" Y le dijo el zorro al principito:
- Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Me aburro, pues, un poco. Pero si tú me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de los demás. Los otros pasos me hacen esconder debajo de la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, mira: ¿ves allá los campos de trigo? Yo no como pan, por lo tanto los campos de trigo no me recuerdan nada. Para mí el trigo es inútil. ¡Es muy triste!, pero tú tienes los cabellos dorados. ¡Será maravilloso cuando tú me hayas domesticado! El trigo dorado hará que me acuerde de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
(...) Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz..."
Extracto del libro El Principito, De Saint-Exupéry, A.
Si he puesto este fragmento del libro El Pricipito, es porque quería hacer esta reflexón:
Lo que el zorro nos quiere hacer ver es que si acogemos a alguien a nuestro lado y le enseñamos lo que es la vida para nosotros, cosas que hasta ahora no le eran relevantes a esa persona, cosas vanales, será estímulos que le recuerden a nosotros.